miércoles, 27 de mayo de 2015

Aprendiendo a dialogar

La importancia de un buen diálogo o cómo los diálogos pueden ayudarte a encumbrar tu obra

A continuación voy a permitirme la licencia de aconsejarte en el buen (o mal) uso de los diálogos, y cómo estos pueden aligerar o entorpecer el avance de tu historia.

Me encantan los diálogos y lo que estos nos revelan a cerca del autor. Lo que no me gusta son esas novelas que parecen obras teatrales, en las que debes casi imaginar lo que ocurre porque apenas hay un párrafo dedicado a explicarte de qué trata todo.

Es de vital importacia controlar la fluidez de los diálogos, sobre todo cuando tienes en mente una  novela de tipo coral en la que narras la historia de varios personajes a la vez. Cuando hay más de dos personajes en escena, la narración se espesa mucho más, la fluidez desaparece casi por completo, pues debes especificar, tras cada intervención, el nombre del personaje que interviene.

Pero vayamos por partes.

  
Cada personaje debe ser único, como única debe ser la voz que le adjudiques

Importante punto que te diferenciará de la gran mayoría de escritores modernos que hacen personajes tan parecidos entre sí, que casi podrían ser la misma persona. Una coletilla, un acento, el timbre de voz...cualquier dato hará que automáticamente nos situemos frente a la imagen mental de esa persona y disfrutemos imaginando sus peculiaridades.


No exageres ni sobre actúes a menos que el personaje lo requiera. Usa el vocabulario más cómodo para ti, porque ese será el que el lector comprenda mejor.


Los dialectos no son recomendables

Hay obras que son famosas expresamente por su uso de dialectos, pero en la mayoría de casos la neutralidad te "salvará el pellejo".

Las variantes geográficas de una misma lengua solamente entorpecerán tu objetivo de hacer comprender la historia. En tu intento por rizar el rizo quizás eleves una barrera entre el texto y el lector, y hará que éste deje de prestar atención a la historia para tratar de comprender lo que escribiste.


Directos al grano

Te aseguro que cuando leo un diálogo no me interesa conocer datos banales que no aportan nada a la trama. En una situación normal:

-Hola.
-Hola ¿qué tal?
-Todo bien, gracias
-Me alegro ¿te has enterado de lo del incendio en la discoteca?

Seguramente en mi vida cotidiana ese sería el camino por el que llevaría una conversación, pero en una novela, los saludos sobran y debemos pasar directamente al meollo: ¿te has enterado de lo del incendio en la discoteca?



No uses los diálogos para repetirte como el ajo

No hables una y otra vez de lo mismo, describiendo varias veces a los mismos personajes, o las mismas situaciones a través de las conversaciones.


No escatimes al describir las emociones

Al escribir la escena de un enfado (por ejemplo) podemos contar simplemente que Juanito está muy enfadado con Menganita:


-¿Ah sí? -dijo visiblemente molesto.

O, además, añadir algunos de los gestos con los que damos a entender ese estado de enfado, mejorando la riqueza del texto de paso.

-¿Ah sí? -dijo visiblemente molesto, apretando las mandíbulas con fuerza mientras clavaba la mirada en su rostro.


 El "dijo" es tu mejor amigo

Hay quienes piensan que el uso continuado de la etiqueta "dijo" despues de las intervenciones es reiterativo y que no es bueno. Muchos tratan de sustituirlo por cientos de sinónimos como: "gritó", "exclamó", "chantó", "bufó"... pero déjame decirte que si es tu caso, estás cometiendo un error.

Las personas nos habituamos a encontrar ciertas palabras en ciertos lugares; el "dijo" es una de ellas. Ya casi la leemos sin darnos cuenta y no nos percatamos de que se ha usado cien o cien mil veces en todo el texto. Nos acostumbramos a leerla y a encontrarla a nuestro paso como nos acostumbramos a los puntos y a las comas. Cambiar esa palabra por otra más rebuscada hará que nos desconcentremos, obligándonos a imaginar un significado diferente según vamos leyendo sinónimos y más sinónimos.


Frases cortas, grandes resultados


El truco está en hacer uso de un vocabulario para gente normal, una narrativa que no dé grandes rodeos para llegar a un punto. Frases cortas y concisas, no nudos y nudos imposibles de descifrar. Practica leyendo las frases en voz alta ¿Te suenan naturales? ¿Tú hablarías así? Entonces has acertado.


El diálogo: modo automático o manual

El modo automático es aquel que usamos cuando queremos dotar a la escena de mayor fluidez, porque estamos en medio de un momento en  la trama que así lo exige. Tratamos de no dar importancia a los gestos sino que hacemos que la historia avance hasta el punto que realmente nos interesa.

- ¿Qué tal?
 -Bien.
- Pues siguen sin tener infusiones en el bar, y ya es la tercera semana que las pido.
 -¡Qué extraño!


El modo manual se caracteriza por hacer la escena mucho más pausada, nos obliga a aminorar la marcha y a fijarnos en los detalles mucho más. La lectura se centra y se acentúa la concentración.



-¿Qué tal?
-Bien -conseguí decir mientras dejaba pasar a Ruth con su bola negra.
-Pues siguen sin tener infusiones en el bar -rezongó alisándose la falda antes de sentarse- y ya es la tercera semana que las pido.
-¡Qué extraño! -reí poniendo los ojos en blanco.


 Ya ves, los diálogos son un arma que, bien usada, puede hacer que te expreses mejor, que la trama se entienda mucho más, que los personajes se presenten...en definitiva: los diálogos pueden encumbrar cualquier obra.


jueves, 21 de mayo de 2015

¿Te ha rechazado alguna editorial?: Escritores rechazados y otras anécdotas

Por primera vez, el fracaso de unos puede suponer un golpe de ánimo para otros. Que conste que estos "fracasitos" fueron temporales, porque todos sabemos que en esta lista no hay sino estrellas de la literatura. Personalmente, disfruto imaginándome la cara de los editores que rechazaron los manuscritos que les enviaron, algunos durante décadas.

Para todas esas editoriales, algunas inlcuso estafadoras, que rechazaron mi obra. Gracias por hacerme ese favor.

Aquí van doce de ellos, aunque la lista que encontré incluía a, al menos, cuarenta más.
Si publicar a través de una editorial sigue siendo tu sueño, no te desanimes y ¡persevera!

Aquí van algunos ejemplos de que, quien la sigue la consigue


Stephen King: éste incluso la tomó con su primera novela rechazada haciéndola pedazos. Cuando alcanzó la fama después de la cuarta novela, "Carrie", sus novelas rechazadas también fueron publicadas. E incluso por la novela Carrie obtuvo respuestas negativas: “No estamos interesados en ciencia ficción que tenga que ver con utopías negativas. No venden”. No saben nada estos.


J.K. Rowling: envió el manuscrito de Harry Potter a al menos 12 editoriales recibiendo un "No nos interesa" de todas ellas. Imagínen sus caras ahora y díganme si no pueden evitar sonreir maliciosamente.

Ana Frank: incluso el diario de Ana Frank fue rechazado por 15 editoriales antes de que una se decidiese a publicarlo en 1947. Atentos a la contesta de una de ellas: "Esta chica no tiene una percepción ni sentimiento especial que eleve este libro por encima del nivel de la curiosidad". O.O

Margaret Mitchell: 38 "noes" tuvo que recibir la autora de Lo que el viento se llevó. Lo que me hace pensar que la tolerancia a la frustración de la señora Mitchell era digna de alabar. Claro que para alguien que tarda diez años en acabar una novela, la perseverancia debe ser como su lema.

William Golding: nada más y nada menos que Premio Nobel de la Literatura del año 83. Al autor de El señor de las moscas le rechazaron al menos 20 la misma novela que le dio la fama.

Agatha Christie: Agatha insistió durante más de cuatro años para ser finalmente publicada. Hasta seis editoriales se negaron a hacerlo, y la que finalmente lo hizo, le exigió a la autora una modificación del final como condición para ello.


Jorge Luis Borges: a Borges lo rechazaron por "intraducible". Lo más curioso es que él mismo era traductor: tradujo a Oscar Wilde, Edgar Alan Poe, William Faulker o a Kafka. Por cierto, es uno de los autores que más seudónimos ha tenido: Alex Ander, Benjamín Beltran, Andrés Corthis, Pascual Güida, Bernardo Haedo, José Tuntar, Honorio Bustos Domecq y Benito Suárez Lynch.

William Faulkner: a su libro lo llamaron "¡impublicable!". Hablamos del ganador del Premio Nobel de Literatura del año 49 y del ganador de varios Pulitzer. Si, ese mismo, el impublicable.

E.E. Cummings: ¡mi favorito sin duda! Un poeta excéntrico donde los haya: pidió prestados 300 dólares a su madre y tituló a su colección de 70 poemas: No Thanks, dedicándolo a las 14 editoriales que lo habían rechazado usando esta misma frase. Para más inri, los nombres de las editoriales formaban la imagen de una urna funeraria. ¿Tremendo verdad? ¡Le haría gustado este post seguro!

No podía no ponerlo


Gertrude Stein: ¡22 años enviando sus poemas antes de que uno de ellos quisiese publicarlos! a la causa de Margaret Mitchell se le une una de las pioneras del modernismo anglosajón. "Una rosa es una rosa es una rosa" ¡Casi na!

CS Lewis: ¿conoces al creador de Las crónicas de Narnia? Pues cuenta la leyenda que fue rechazado ¡800 veces! Y eso que era amigo de J. R. R. Tolkien...pero ni con esas.

William Saroyan: Si el caso de Lewis te parece dramático, aquí te presento al que creo que ostenta el récord absoluto: ¡7000 rechazos! Y yo me desanimé por dos o tres...¡señor!

Para terminar tengo que añadir algunas curiosidades que tienen que ver con el rechazo edirtorial que muchos famosos sufrieron antes de llegar a serlo. Algunas de estas anécdotas seguro te sacan una sonrisa:

 James M. Cain, creador de la novela El cartero siempre llama dos veces, dio título a esta obra tras escuchar a su amigo, el dramaturgo y guionista Vincent Lawrence, hablar sobre la ansiedad que le provocaba esperar la llegada del cartero cuando temía una respuesta negativa sobre un texto que había enviado. Al parecer sabía cuándo se trataba del cartero porque llamaba dos veces. A James Cain le pareció un título fantástico para su obra en la que, por cierto, no sale ningún cartero.


El escritor Lee Pennington empapeló su habitación con todas las respuestas negativas que recibió, en la que que incluso decían que había escrito "el peor poema de la historia".  Por si fuera poco, existe una empresa en EEUU que convierte cartas de rechazo en rollos de papel higiénico, y ¡a precios bastante asequibles, oiga!
Pero, para terminar, quedémonos con  Saul Bellow y su opinión de lo que para él supone un rechazo: “No son malos. Enseñan al escritor a fiarse de su propio juicio y a decir, con el corazón en un puño, ‘¡Iros al infierno!’”
Esto demuestra que muchas de vuestras obras no son rechazadas porque carezcan de valor (bueno, algunas seguramante sí, no nos engañemos) sino porque los que carecen de criterio son los editores.

¡Pues eso! Feliz día a todos los rechazados porque pasaréis, quizás, a engrosar esta lista con anécdotas con las que nos reiremos con el tiempo. Claro que sí.

lunes, 11 de mayo de 2015

Ventajas e inconvenientes de escribir en primera persona

Hace poco, una futura escritora independiente me preguntó mi opinión a cerca de los narradores en la literatura. No crean que es un asunto baladí ese, porque de la elección que hagamos mezclada con el género que trabajemos, etc. podemos hacer de una obra algo más o menos exitoso. Supongamos que Harry Potter hubiese estado narrado en primera persona: nos habríamos perdido muchísimas de las historias paralelas a la principal, pero seguramente Harry habría tenido lectores más partidarios que detractores de su carácter.

La primera ventaja de escribir en primera persona y la que yo considero más importante es la de:  

-Facilitar la empatía con el protagonista: casi sin querer, todos terminamos estando de parte del protagonista a medida que la historia avanza. Es un recurso que te situa de sopetón dentro de la trama; las primeras líneas te descolocan porque ni sabes quién habla, ni dónde está, ni cómo es hasta que al protagonista le da por describir su situación, y antes de que eso ocurra pueden pasar capítulos enteros de desazón. Nuestra misión es que el lector esté de parte del protagonista, y ahí es donde se demuestra la habilidad del escritor, aunque cuando escribimos en primera persona, eso cuesta un poco menos.

¿Inconvenientes?

-Es difícil narrar escenas en las que no aparece el protagonista: me he topado con muchas historias que mezclan narradores, y créanme si les digo que a menos que seas magistral escribiendo, esto puede llegar a ser un problema importante. Debes tener claro lo que quieres contar y que sólo a través de tu protagonista puedas hacer llevar la obra a buen término. Si para acabar tu libro debes hacer uso de otros personajes, procura no mezclar a varios narradores (en tercera persona, omniscientes, etc.) en el proceso. Si al empezar es Pepito quien habla con Juanita, y en el tercer capítulo es un narrador omnisciente el que habla de ellos en tercera persona, esto termina por desconcentrar y descolocar al lector haciendo que le resulte frustrante seguir el hilo de tus argumentos.

Peeeero...

-Es más sencillo caracterizar al protagonista usando la primera persona: más vale pájaro en mano que ciento volando ¿no? Es mejor llegar a conocer a fondo a uno sólo, que tratar de entender a decenas de ellos a través de la visión de un narrador en tercera persona u observador, quien te narrará los hechos según van ocurriendo sin adentrarse en lo que los protagonistas puedan sentir o percibir.

Claro que...

-¿Cómo ven al protagonista el resto de personajes?: en las novelas descritas por un narrador observador, son el resto depersonajes los que te van contando con sus descripciones y percepciones quién es "el que parte el bacalao"  en toda la trama. El peso y éxito de la trama recae en los diálogos, ya que es a través de ellos que nos percatamos de quién es "el que manda".

Por otro lado...

-La primera persona da a la historia mucha más credibilidad: si conseguimos empatizar lo suficiente con él, inconscientemente tenderemos a pensar en él como en alguien cercano, alguien que nos cuenta la verdad, que se sincera por momentos con nosotros y nos convertimos en su cómplice. No se nos ocurre pensar que lo que nos cuenta es mentira o que nos pueda traicionar. Lo cual me recuerda una última ventaja (o inconveniente) del narrador en primera persona:


 
-La visión sesgada del protagonista: ¿cuántas veces nos ha sorprendido una historia cuando a medida que avanza vemos que el protagonista y narrador no es precisamente 'el bueno'? ¿O que es un loco? Novelas como American Psycho o La Naranja Mecánica explotan esta técnica provocando con maestría, que el lector se sitúe del lado del protagonista, aunque este sea un perturbado psicópata y asesino. La magia de la buena narración en su estado más puro.


En todo caso, todos los narradores son capaces de enganchar y transmitir una historia si esta es buena.