jueves, 11 de junio de 2015

Escenas o situaciones imprescindibles en tu novela


Muchas veces nos quedamos a medias cuando leemos; terminamos la lectura y sentimos que faltó algo o casi todo. Es archiconocido aquello de que toda historia debe contar con: introducción, desarrollo nudo y desenlace. Hay muchos escritores que deciden alterar este patrón, y no es que hayan partes que no se deban tocar, pero si vas a hacerlo, será mejor que sepas cómo.


"El Cepo"


Puedes llamarlo sinopsis, prólogo, introducción o primeros capítulos, da igual, el caso es que debes situar al lector en tu historia y que éste no quiera dejarla. Debemos ser egoístas en este aspecto porque lo que la mayoría de lectores destaca de una novela, aunque esta no tenga la suficiente calidad, es la incapacidad de poder dejarla hasta el final. Y es que, en el enganche que demostremos tener a la hora de crear capítulos irresistibles, demostramos si existe o no talento. Por lo tanto el cepo es sencillamente: captar la atención.

La escena en la que empatizamos con el protagonista


Ya estás tardando en convertir al protagonista de tu novela en el amigo que todos queremos tener, aunque éste no tenga nada de agradable a simple vista. ¿Cómo se consigue? Dótalo de un carácter llamativo, de una cualidad o defecto destacado. Nadie, ni en la vida real ni en la ficción, desea encontrar personajes insípidos y que no aporten nada nuevo o memorable. Por ello, la escena en la que éste demuestre que es digno de ser conocido a fondo, debe aparecer cuanto antes.


La escena en la que todo cambia para el protagonista


Nada gusta/sorprende más que un cambio en la trama de buenas a primeras. No podemos negar que Dan Brown en El Código Da Vinci (sin entrar en las especulaciones o controversias que el libro o la historia provocaron en su momento) hizo buen uso de esta técnica, al menos en esta obra. Es una técnica opcional, aunque agrada a buena parte de los lectores. Siempre y cuando esté bien narrada y no deje cabos sueltos, puede suponer la diferencia entre seguir o dejar una lectura a medias.


Un recordatorio de la fuerza antagonista


No podemos olvidarnos del "malo de la peli": ese que no deja a nuestro "amado prota" vivir en paz. No existe novela ni historia sin conflicto, y normalmente éste viene patrocinado por el antagonista. Debemos darle su minuto de gloria dejándole hacer de las suyas y recordando al lector cual es el fin último de toda la trama: acabar con él. No nos olvidemos de que aquello por lo que el protagonista lucha, debe ser algo primario, primordial, y el lector debe sentirse identificado con esa lucha. No escatimes en crudeza y crueldad.



La escena en la que nuestro héroe pase a la acción


Quizás nos acerquemos al final de la obra: ese momento en el que el protagonista deja de huir y se enfrenta de una vez por todas al enemigo. Añade toques que desconcierten al lector, tal como: convertir a uno de los amigos del protagonista en malo de la historia; dale protagonismo a un personaje poco relevante y toma a tus lectores por sorpresa. Añadirás más dramatismo y por consiguiente, tus leyentes se pondrán aún más de tu lado.
 

La escena en la que todo parezca estar perdido



Esta suele ser la situación más dramática: todas las cartas están sobre la mesa y ya queda poco por descubrir de toda la trama. Ya sabemos quienes son los malos, los traidores, los buenos y los mejores.
Toca hacer sufrir al lector un poquito más. Piensa que todo sentimiento que provoquemos, es mucho mejor que la pasividad o el aburrimiento. Da igual si tus lectores te odian momentáneamente por cargarte a uno de los favoritos. Mira a R.R. Martin, Rowling o la guionista, Shonda Rhimes (apodada la R.R. Martin femenina por los fans de Anatomía de Grey XD), no dudan en quitar protagonistas de en medio en sus obras, y lejos de espantar a los lectores, causan efectos completamente contrarios. Que no te tiembre el pulso, a veces ese tipo de decisiones, bien meditadas, pueden convertirte en un hito.
 

 Desanudando nudos


Durante toda la novela nos hemos dedicado a anudar y anudar la trama; cada vez que añadíamos un detalle importante, nos preguntábamos: ¿Y cómo voy a explicar este entuerto? Pues en el desenlace toca desatar nudos. No debemos dejar cabos sueltos a menos que pretendas dar a la novela una continuación. Aunque hay quien agradece los finales abiertos (aquellos que dejan a la imaginación del lector lo que ocurrirá en el futuro de los protagonistas) pero en todo caso, y como dato, son más los amantes del final cerrado, y feliz o realista.


¿Te parece muy predecible? ¿Existen alternativas a toda esta estructura? Piensa que todo esto puede ser alterado y modificado de manera que, aunque parezca la típica película Disney, siempre puedes añadir giros inesperados, sorpresas, "cambios de dirección", etc. que harán de tu novela algo memorable.