¿Hay alguien en la sala que no se haya leído 50 sombras de Grey?
Yo me lo leí porque Sylvia de Béjar, una
excelente experta universitaria en sexualidad humana y educación sexual a la que sigo, tanto en su página de Facebook como
en su
página, y a la cual recomiendo, publicó un post en
el que ella comentaba la aparición de este fenómeno que ya apuntaba
maneras.
¡Y tanto!
Lo admito y está mal que lo diga
pero... me lo descargué.
Me lo leí quizás en dos días, no creo que
tardase mucho más.
¡Qué descubrimiento! Mis hormonas no
paraban de hacer la ola cada vez que aparecía una escena de sexo. La verdad es
que fue estupendo.
Incluso mi amigo David se lo estaba
leyendo y sus palabras para describir el libro fueron: 'Follan, hablan un
poco, follan, hablan un poco, follan… y así sucesivamente' se quejaba. 'No tiene argumento
ninguno'.
Yo le recriminaba que era increíble que
un hombre hechara de menos el argumento cuando hablábamos de novela erótica,
pero bueno, nunca pensé que con el segundo libro tuviera que darle la razón tan impepinablemente. Es una novela
erótica, vale, pero se agradece que la trama te atrape un poco y que sea
coherente ¿no?
No estaba acostumbrada a leer literatura
erótica y aquellas páginas me dejaron con la boca desencajada así que cuando
terminé el primer tomo, fui tan ingenua que adquirí el segundo.
Pero ¡ignorante
de mí! si ya en el primero lo
habían dado todo y no fue la
gran cosa -argumentalmente
hablando hablando-, ¿qué podía esperar del segundo?... ¡o de un tercero!
Independientemente del más que
cuestionable erotismo de las escenas y de la no tan mala habilidad de la autora
a la hora de relatar contenido de alto voltaje, la historia es el mayor truño jamás contado. Si a eso le
añades la posibilidad de que ese mismo truño vaya a estar en las pantallas de
medio mundo en Febrero...¡échale guindas al pavo!
Pero nada de eso es equiparable al hecho
de que esta servidora estará en alguno de esos cines.
Que sí, que no soy una santa, que me
contradigo mil veces... y para muestra un botón: ese libro es el más
instructivo que me he leído nunca y te lo explicaré con este ejemplo:
Thomas A. Edison, respondiendo a un periodista que le recordó que había cosechado
casi mil intentos fallidos antes de dar con el filamento de tungsteno, dijo: "No fracasé, sólo descubrí 999
maneras de no hacer una bombilla".
¡Qué crack! en fin, eso
es lo que yo aprendí: aprendí al menos una forma de no hacer un libro erótico;
ese aprendizaje me ha servido para crear no sólo una novela, ¡sino dos!
Y ustedes dirán: Pero
¡ignorante de la vida! si ese libro triunfó sin que la autora usara más de dos
neuronas entre capítulo y capítulo, usa su misma técnica de folleteo, sexo, chica virginal, macho
dominante, posesivo, añade un par de fustas y dale al Play.
Ya, ya, si tenéis razón,
si es que ya me lo decía mi madre, pero no. Fui más valiente y creé una
historia nueva y detrás de esa historia metí sexo salvaje y personajes que no
saltaban a la cama del otro en las primeras líneas. Toca esperar un poco, lo siento.
Pero me aseguré de tener enganchado al lector incluso sin que mis chicos
(personajes) se bajasen la brag(as)ueta en el prólogo. Y ¿cómo se hace eso?
Pues con personajes y con diálogos.
'Pero flipada ¿Cómo sabes que tu obra
enganchará al lector?'
Bueno, para responderte a eso me voy a
tener que columpiar bastante: básicamente porque yo soy lectora, y bastante
exigente por cierto. Me fío de mi instinto y soy capaz de saber en
dos páginas si lo que tengo entre manos promete o no. Ese es mi don. No me
da dinero pero me ahorra bastante tiempo leyendo 'ñordos'.
Mi amigo David (gran
consumidor de literatura) me lo dice siempre: 'Yo abro un libro y si no veo
diálogo no lo compro'.
Esa frase se me quedó
grabada... y tiene razón.
También me dijo: '¿Tu
libro tiene sexo? si no lo tiene no te vas a comer ni un rosco'.
Y en eso también tiene
razón. Snif.
No quiero decir que un
libro con muchas descripciones y poco diálogo no venda pero, a la gente le
gusta relacionarse o leer sobre relaciones, ¿o no?. O al menos en esta década.
Eso de leer sobre la teoría del amor ya pasó de moda. Ahora queremos saber lo que pasó cuando
apagaron las luces y que no
nos dejen con la miel en los labios. Queremos la miel, las abejas y el
panal.
Punset escribió que 'la
verdadera felicidad se encuentra en la antesala de la felicidad' y cómo no, en eso coincido. Lo que el
amigo Punset quiere decir es que somos más felices en el proceso de crear
un acto que nos va a satisfacer enormemente que en el propio acto en sí, y para
ello usó el ejemplo de su perra Pastora (creo que se llama): Pastora salta en
sus dos patas traseras, emocionada, feliz, extasiada, mientras veía a su dueño
prepararle la comida. Revoloteando a su alrededor completamente fuera de sí. En
cuanto le acercaban el recipiente con la comida se relajaba, dejaba todo ese
divertido ritual y se dedicaba a comer plácidamente.
No era menos feliz pero
seguramente, si tenemos que decidir cuándo lo parecía más, diremos que justo
antes de comer. ¿No? Pues a eso me refiero.
Y ¿este rollo a qué
viene?
Como lectora me gustan
los preliminares, que los personajes me enganchen poco a poco, que me enamoren,
que no sea un aquí te pillo constante.
Como en la vida real, vamos (al menos en la mía).
Me gusta la lectura romántico/erótica pero la antesala a esas escenas me
satisface tanto como la propia escena, y admitamos que la una no es nada
sin la otra.
Esa electricidad que
surge cuando los personajes se hacen más y más afines, cuando la tensión es
palpable, cuando traspasa las líneas, los párrafos...cuando el silencio
dice más que mil palabras. Ese efecto me pone. Y a ti también, y lo sabes.
Esa esencia, la de crear
personajes interesantes y una historia conmovedora, se está perdiendo, muy a mi
pesar.
Ahora es lo uno o lo
otro.
Llegar a esa conclusión me hizo escribir
mi primera novela a la que luego le siguió una segunda. La desesperación por
tener ante mí un mundo renegado -literariamente hablando-, la sucesión de obras
de dudosa calidad que pasaban por mis manos, obras que al parecer alcanzaban el
Top10 en las listas de más vendidos... todo ello hizo que se me encendiese una
bombilla, la misma que el amigo Edison encendió después de 999 intentos:
¡Si quieres leer la novela de tus sueños
vas a tener que crearla tú misma, lumbreras!
Y eso hice.
Aquí viene mi crítica a '50 Sombras de
Grey'. Recuerden amantes de Christian, desde el cariño les digo que abran su
mente y se planteen la veracidad de mis argumentos antes de degollarme.
Redactado en Julio de 2012 en la página
de Sylvia
de Béjar.
"El primer libro me dejó bastante
ilusionada; se veía que la autora quería llevar a los personajes (o al menos lo
parecía) más allá de lo que a primera vista parecía. Fue erótico, excitante,
todo un sinfín de lecciones de buen sexo y afinidad sexual. Pocas veces ocurre
que la mujer dice “sí a todo” y se entrega completamente y sin reservas a un
experto del sadomasoquismo, oscuro, impenetrable, sexy, abrumador, posesivo
hasta el desquicie y experto prácticamente todo…
Hasta ese punto del libro (del primero)
bien, nada que objetar, pero obviamente el segundo no es ni de lejos
recomendable, sobre todo para aquellas personas (mujeres) que se hayan tomado
al personaje tan en serio que incluso puedan verse tentadas a hacer suyas las
tonterías que estos personajes están a punto de cometer.
Nada más alejado de la realidad, yo no
quiero algo así.
A cada frase que leo (y por muy buenas
que sean las escenas de sexo) me desquician las frases de “soy tuya” o “tú
eres mio” o “no te pongas ese vestido”, “que no te vea nadie las domingas”, “que nadie te toque”, “nadie se te acerque”, “no tengas amigos”…. ¿perdona?
¡Eso es como mínimo preocupante! y si la
autora intenta de ese modo darnos a entender o reflejar lo que la mujer busca
en un hombre (experto sexual, sexy, misterioso, humanitario, rico, que sepa
pilotar todo tipo de artefactos? que sepa música pero que a la vez sea
peligrosamente posesivo, autoritario, lascivo, sobreprotector y amante de lo
agresivo) pues déjenme decirles que está muy equivocada.
¡Que lo único que la chica sepa hacer
mejor que él es cocinar! ¡Arg!
Me quedo corta definiendo el tipo de
misoginia que se expresa en este libro, cuanto menos, preocupante.
Si, si, es ficción, es fantasía… lo que
ustedes quieran pero en mis fantasías no aparece alguien que poco menos y me
quiera poner un burka.
No puedo… no, no, perdón…. No quiero creer que a la mujer (a más de 30
millones) les parezca esta novela como recomendable porque yo, sin contar el
primer libro y aislando algunas escenas de sexo y la capacidad de la autora
para introducirnos plenamente en la trama (sexual), no veo en este libro nada
talentoso, y créanme, nada es quedarme corta.
Estoy llegando al final del 2º libro y
no dejo de leerlo porque nunca he dejado un libro a mitad, pero tuve que parar
para escribir esta crítica ya que los acontecimientos que estaban sucediendo en
la trama estaban poniendo a mi Diosa
Feminista Interior de los
nervios.
Yo recomendaría el primer libro, en el
cual a la autora no se le había ido la olla aún y los personajes gozaban de
cierto criterio y personalidad. El segundo es azucarado y quinceañero, irreal,
incomprensible, frustrante, sin una línea, sin un patrón, sin una sorpresa;
escenas eróticas enlazadas sin ningún tipo de arte ni coherencia. Una pena,
porque en serio que me gustó el primer libro, hasta lo recomendé a mis amigas.
Ahora siento en el alma que lleguen al segundo y les pase lo que a mí; que
reciban toda clase de mensajes ridículos, endulzados y tan poco maduros de una
relación de telenovela, engañosa, tanto que ni mis hormonas arrebatadas e hipnotizadas por
el erotismo podían soportarlo.
Espero no haber sido la única en darme
cuenta de estos detalles porque definitivamente ¡eso si que sería preocupante!
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