viernes, 14 de noviembre de 2014

'50 sombras de Grey' o cómo escribir una novela


¿Hay alguien en la sala que no se haya leído 50 sombras de Grey?


Yo me lo leí porque Sylvia de Béjar, una excelente experta universitaria en sexualidad humana y educación sexual a la que sigo, tanto en su página de Facebook como en su página, y a la cual recomiendo, publicó un post en el que ella comentaba la aparición de este fenómeno que ya apuntaba maneras. 

¡Y tanto!

Lo admito y está mal que lo diga pero... me lo descargué. 
Me lo leí quizás en dos días, no creo que tardase mucho más. 
¡Qué descubrimiento! Mis hormonas no paraban de hacer la ola cada vez que aparecía una escena de sexo. La verdad es que fue estupendo.
Incluso mi amigo David se lo estaba leyendo y sus palabras para describir el libro fueron: 'Follan, hablan un poco, follan, hablan un poco, follan… y así sucesivamente' se quejaba. 'No tiene argumento ninguno'.
Yo le recriminaba que era increíble que un hombre hechara de menos el argumento cuando hablábamos de novela erótica, pero bueno, nunca pensé que con el segundo libro tuviera que darle la razón tan impepinablemente. Es una novela erótica, vale, pero se agradece que la trama te atrape un poco y que sea coherente ¿no?




No estaba acostumbrada a leer literatura erótica y aquellas páginas me dejaron con la boca desencajada así que cuando terminé el primer tomo, fui tan ingenua que adquirí el segundo.

Pero ¡ignorante de mí! si ya en el primero lo habían dado todo y no fue la gran cosa -argumentalmente hablando hablando-, ¿qué podía esperar del segundo?... ¡o de un tercero!

Independientemente del más que cuestionable erotismo de las escenas y de la no tan mala habilidad de la autora a la hora de relatar contenido de alto voltaje, la historia es el mayor truño jamás contado. Si a eso le añades la posibilidad de que ese mismo truño vaya a estar en las pantallas de medio mundo en Febrero...¡échale guindas al pavo! 
Pero nada de eso es equiparable al hecho de que esta servidora estará en alguno de esos cines. 
Que sí, que no soy una santa, que me contradigo mil veces... y para muestra un botón: ese libro es el más instructivo que me he leído nunca y te lo explicaré con este ejemplo:

Thomas A. Edison, respondiendo a un periodista que le recordó que había cosechado casi mil intentos fallidos antes de dar con el filamento de tungsteno, dijo: "No fracasé, sólo descubrí 999 maneras de no hacer una bombilla".

¡Qué crack! en fin, eso es lo que yo aprendí: aprendí al menos una forma de no hacer un libro erótico; ese aprendizaje me ha servido para crear no sólo una novela, ¡sino dos!

Y ustedes dirán: Pero ¡ignorante de la vida! si ese libro triunfó sin que la autora usara más de dos neuronas entre capítulo y capítulo, usa su misma técnica de folleteo, sexo, chica virginal, macho dominante, posesivo, añade un par de fustas y dale al Play.
Ya, ya, si tenéis razón, si es que ya me lo decía mi madre, pero no. Fui más valiente y creé una historia nueva y detrás de esa historia metí sexo salvaje y personajes que no saltaban a la cama del otro en las primeras líneas. Toca esperar un poco, lo siento. Pero me aseguré de tener enganchado al lector incluso sin que mis chicos (personajes) se bajasen la brag(as)ueta en el prólogo. Y ¿cómo se hace eso? Pues con personajes y con diálogos. 

'Pero flipada ¿Cómo sabes que tu obra enganchará al lector?'
Bueno, para responderte a eso me voy a tener que columpiar bastante: básicamente porque yo soy lectora, y bastante exigente por cierto. Me fío de mi instinto y soy capaz de saber en dos páginas si lo que tengo entre manos promete o no.  Ese es mi don. No me da dinero pero me ahorra bastante tiempo leyendo 'ñordos'.

Mi amigo David (gran consumidor de literatura) me lo dice siempre: 'Yo abro un libro y si no veo diálogo no lo compro'.
Esa frase se me quedó grabada... y tiene razón.

También me dijo: '¿Tu libro tiene sexo? si no lo tiene no te vas a comer ni un rosco'.
Y en eso también tiene razón. Snif.

No quiero decir que un libro con muchas descripciones y poco diálogo no venda pero, a la gente le gusta relacionarse o leer sobre relaciones, ¿o no?. O al menos en esta década. Eso de leer sobre la teoría del amor ya pasó de moda. Ahora queremos saber lo que pasó cuando apagaron las luces y que no nos dejen con la miel en los labios. Queremos la miel, las abejas y el panal. 




Punset escribió que 'la verdadera felicidad se encuentra en la antesala de la felicidad' y cómo no, en eso coincido. Lo que el amigo Punset quiere decir  es que somos más felices en el proceso de crear un acto que nos va a satisfacer enormemente que en el propio acto en sí, y para ello usó el ejemplo de su perra Pastora (creo que se llama): Pastora salta en sus dos patas traseras, emocionada, feliz, extasiada, mientras veía a su dueño prepararle la comida. Revoloteando a su alrededor completamente fuera de sí. En cuanto le acercaban el recipiente con la comida se relajaba, dejaba todo ese divertido ritual y se dedicaba a comer plácidamente. 
No era menos feliz pero seguramente, si tenemos que decidir cuándo lo parecía más, diremos que justo antes de comer. ¿No? Pues a eso me refiero.

Y ¿este rollo a qué viene?

Como lectora me gustan los preliminares, que los personajes me enganchen poco a poco, que me enamoren, que no sea un aquí te pillo constante. Como en la vida real, vamos (al menos en la mía). 
Me gusta la lectura romántico/erótica pero la antesala a esas escenas me satisface tanto como la propia escena, y admitamos que la una no es nada  sin la otra.
Esa electricidad que surge cuando los personajes se hacen más y más afines, cuando la tensión es palpable,  cuando traspasa las líneas, los párrafos...cuando el silencio dice más que mil palabras. Ese efecto me pone. Y a ti también, y lo sabes.

Esa esencia, la de crear personajes interesantes y una historia conmovedora, se está perdiendo, muy a mi pesar. 

Ahora es lo uno o lo otro.

Llegar a esa conclusión me hizo escribir mi primera novela a la que luego le siguió una segunda. La desesperación por tener ante mí un mundo renegado -literariamente hablando-, la sucesión de obras de dudosa calidad que pasaban por mis manos, obras que al parecer alcanzaban el Top10 en las listas de más vendidos... todo ello hizo que se me encendiese una bombilla, la misma que el amigo Edison encendió después de 999 intentos:

¡Si quieres leer la novela de tus sueños vas a tener que crearla tú misma, lumbreras!

Y eso hice.

Aquí viene mi crítica a '50 Sombras de Grey'. Recuerden amantes de Christian, desde el cariño les digo que abran su mente y se planteen la veracidad de mis argumentos antes de degollarme.

Redactado en Julio de 2012 en la página de Sylvia de Béjar.


"El primer libro me dejó bastante ilusionada; se veía que la autora quería llevar a los personajes (o al menos lo parecía) más allá de lo que a primera vista parecía. Fue erótico, excitante, todo un sinfín de lecciones de buen sexo y afinidad sexual. Pocas veces ocurre que la mujer dice “sí a todo” y se entrega completamente y sin reservas a un experto del sadomasoquismo, oscuro, impenetrable, sexy, abrumador, posesivo hasta el desquicie y experto prácticamente todo… 
Hasta ese punto del libro (del primero) bien, nada que objetar, pero obviamente el segundo no es ni de lejos recomendable, sobre todo para aquellas personas (mujeres) que se hayan tomado al personaje tan en serio que incluso puedan verse tentadas a hacer suyas las tonterías que estos personajes están a punto de cometer. 
Nada más alejado de la realidad, yo no quiero algo así. 
A cada frase que leo (y por muy buenas que sean las escenas de sexo) me desquician las frases de “soy tuya” o “tú eres mio” o “no te pongas ese vestido”, “que no te vea nadie las domingas”, “que nadie te toque”, “nadie se te acerque”, “no tengas amigos”…. ¿perdona?
¡Eso es como mínimo preocupante! y si la autora intenta de ese modo darnos a entender o reflejar lo que la mujer busca en un hombre (experto sexual, sexy, misterioso, humanitario, rico, que sepa pilotar todo tipo de artefactos? que sepa música pero que a la vez sea peligrosamente posesivo, autoritario, lascivo, sobreprotector y amante de lo agresivo) pues déjenme decirles que está muy equivocada. 
¡Que lo único que la chica sepa hacer mejor que él es cocinar! ¡Arg!
Me quedo corta definiendo el tipo de misoginia que se expresa en este libro, cuanto menos, preocupante. 

Si, si, es ficción, es fantasía… lo que ustedes quieran pero en mis fantasías no aparece alguien que poco menos y me quiera poner un burka. 
No puedo… no, no, perdón…. No quiero creer que a la mujer (a más de 30 millones) les parezca esta novela como recomendable porque yo, sin contar el primer libro y aislando algunas escenas de sexo y la capacidad de la autora para introducirnos plenamente en la trama (sexual), no veo en este libro nada talentoso, y créanme, nada es quedarme corta.

Estoy llegando al final del 2º libro y no dejo de leerlo porque nunca he dejado un libro a mitad, pero tuve que parar para escribir esta crítica ya que los acontecimientos que estaban sucediendo en la trama estaban poniendo a mi Diosa Feminista Interior de los nervios.
Yo recomendaría el primer libro, en el cual a la autora no se le había ido la olla aún y los personajes gozaban de cierto criterio y personalidad. El segundo es azucarado y quinceañero, irreal, incomprensible, frustrante, sin una línea, sin un patrón, sin una sorpresa; escenas eróticas enlazadas sin ningún tipo de arte ni coherencia. Una pena, porque en serio que me gustó el primer libro, hasta lo recomendé a mis amigas. Ahora siento en el alma que lleguen al segundo y les pase lo que a mí; que reciban toda clase de mensajes ridículos, endulzados y tan poco maduros de una relación de telenovela, engañosa, tanto que ni mis hormonas arrebatadas e hipnotizadas por el erotismo podían soportarlo. 

Espero no haber sido la única en darme cuenta de estos detalles porque definitivamente ¡eso si que sería preocupante!
















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